Génesis 9

1.
Bendijo Dios a Noé y a sus hijos.
Noé y su familia recibieron una bendición que fue similar a la pronunciada sobre Adán y Eva después de su creación (cap. 1: 28). Así como Adán había sido el progenitor de todos los miembros de la raza humana, Noé llegó a ser el progenitor de todos los seres humanos después del diluvio. En ambos casos la bendición consistió en una orden divina de fructificar y llenar la tierra. Sin embargo, faltaba una parte de la bendición previa, a saber, el encargo de sojuzgar la tierra. Fuera de duda esta omisión refleja el hecho de que el dominio del mundo asignado al hombre durante la creación se había perdido por el pecado. El pecado había alterado la relación que originalmente existió entre el hombre y los animales, y éstos, por lo menos hasta cierto límite, quedaban fuera del control del hombre.
2.
El miedo de vosotros.
Puesto que el pecado, con sus consecuencias, había debilitado el vínculo de sujeción de parte de los animales a la voluntad del hombre, de allí en adelante tan sólo por la fuerza él podría regir sobre ellos, mediante ese "miedo" que Dios ahora inculcó en la creación animal. La naturaleza había quedado apartada del hombre.
El miedo que todos los animales terrestres, volátiles y acuáticos habían de tener no excluiría su rebelión ocasional contra el dominio del hombre sobre ellos. A veces se levantarían y destruirían al hombre. En realidad, Dios los usó en algunos casos para administrar justicia divina (ver Exo. 8: 6, 17, 24; 2 Rey. 2: 24). Sin embargo, la condición normal de las criaturas inferiores sería de instintivo temor hacia el hombre, lo que haría que más bien lo rehuyeran y no que buscaran su compañía. Es un hecho que los animales se retiran siempre que avanza la civilización humana. Aun las fieras, a menos que se las provoque, generalmente rehúyen al hombre antes que atacarlo.
En vuestra mano son entregados.
Este pronunciamiento divino ha encontrado su cumplimiento en la domesticación de ciertos animales cuya ayuda necesita el hombre, en la doma de animales salvajes mediante el poder superior de la voluntad humana y en la exitosa reducción de los seres dañinos a la impotencia mediante la inventiva y el ingenio.
3.
Os será para mantenimiento.

No significaba que el hombre por primera vez hubiera comenzado a comer carne de animales, sino tan sólo que Dios por primera vez lo autorizaba, o mejor le permitía hacer lo que el diluvio había convertido en una necesidad. Los impíos antediluvianos eran carnívoros (CH 109). Pero no fue la voluntad original del Creador que sus criaturas se comieran entre sí. El le había dado al hombre
plantas para comer (cap. 1: 29). Con la destrucción de toda vida vegetal durante el diluvio y con el agotamiento de las reservas de alimentos que fueron llevados al arca, surgió una emergencia a la que Dios hizo frente dando permiso para comer la carne de animales. Además, el comer carne acortaría las vidas pecaminosas de los hombres (CRA 445).

Este permiso no implicaba un consumo sin restricciones y sin límites de toda clase de animales. La frase "todo lo que se mueva sobre la tierra" excluye claramente el comer cadáveres de animales que habían muerto o habían sido muertos por otras bestias, lo que más tarde prohibió específicamente la ley mosaica (Exo. 22: 31; Lev. 22: 8). Aunque aquí no se presenta la distinción entre animales limpios e inmundos respecto al alimento, eso no significa que era desconocida para Noé. Que Noé conocía esa distinción resulta claro por la orden previa de llevar más animales limpios que inmundos al arca (Gén. 7: 2), y porque ofreció tan sólo animales limpios como holocausto (cap. 8: 20).
La distinción debe haber sido tan perfectamente conocida por los primeros hombres, 276 que fue innecesario que Dios llamara especialmente la atención de Noé a ella. Tan sólo cuando esta distinción se había perdido a través de los siglos de alejamiento del hombre de Dios, se promulgaron nuevas directivas escritas acerca de animales limpios e inmundos (Lev. 11; Deut. 14). La inmutabilidad del carácter de Dios (Sant. 1: 17) excluye la posibilidad de interpretar este pasaje como un permiso para sacrificar y comer cualquier animal. Los que eran inmundos para un propósito no podían ser limpios en otro.
Plantas verdes.
Esto implica la novedad del permiso de comer carne, además de verduras y frutas
que originalmente habían sido destinadas como alimento del hombre. No sólo fue
por la ausencia temporal de vida vegetal, como resultado del diluvio, por lo
que Dios permitió que el hombre complementara su régimen vegetariano con carne,
sino también posiblemente porque el diluvio había cambiado tan completamente la
forma externa de la tierra y había disminuido su fertilidad hasta el punto de
que en algunas regiones, tales como las del extremo norte, no producirían
suficiente alimento vegetal para sostener la raza humana.
4.
Carne con su vida.
La prohibición se aplica a comer carne con sangre, ya fuera de animales vivos
como había sido la bárbara costumbre de algunas tribus paganas del pasado, o de
animales sacrificados que no hubieran sido bien desangrados. Entre otras
cosas, esta prohibición era una salvaguardia contra la crueldad y un
recordativo del sacrificio de animales, en los cuales la sangre, como portadora
de la vida, era considerada sagrada. Dios previó que el hombre, al caer como
fácil víctima de las creencias supersticiosas, pensaría que participando del
líquido vital, su propia vitalidad sería vigorizada o prolongada. Por estas
razones y probablemente por otras que ahora no resultan claras, fue
irrevocablemente prohibido comer carne con sangre. Los apóstoles consideraron
que esta prohibición todavía estaba en vigencia en la era cristiana. Llamaron
la atención respecto a esto especialmente a los creyentes cristianos de origen
gentil, porque esos nuevos creyentes, antes de su conversión, habían estado
acostumbrados a comer carne con sangre (Hech. 15: 20, 29).
"Vida", néfesh (ver com. de Gén. 2: 7). Traducir esta palabra como "alma",
como algunos han hecho, oscurece el verdadero significado (ver Lev. 17: 11).
La sangre es indispensable para la vida. Si se corta la circulación de sangre
a cualquier parte del cuerpo, esa parte muere. Una pérdida completa de sangre
inevitablemente produce la muerte. Siendo esto verdad, la palabra hebrea
néfesh, como paralela de "sangre" en este texto. debe traducirse "vida", tal
como está en la VVR.
5.
La sangre de vuestras vidas.
Resalta el valor de la vida del hombre, néfesh, a la vista del cielo. Dios se
ocuparía personalmente en vengar el derramamiento de sangre humana, tal como
está implicado en la palabra "demandaré", literalmente "iré en pos" con un
propósito de castigo.
De mano de todo animal.
La vida del hombre quedó a salvo de los animales tanto como de otros hombres
mediante una solemne proclama de la santidad de la vida humana. El decreto de
que una bestia que matara a un hombre debía ser destruida fue incorporado
posteriormente al código mosaico (Exo. 21: 28-32). Esta orden no fue dada para
castigar a la bestia asesina, que no está bajo la ley moral y que por lo tanto
no puede pecar, sino para la seguridad de los hombres.
De mano del varón.
Esta advertencia va directamente contra el suicidio y el homicidio. Dios
requiere del hombre que se quita la vida tanto como del que quita la vida de su
prójimo, que rindan cuenta de sus actos. El mandamiento "No matarás" es tan
amplio en sus alcances que prohíbe toda forma de acortar o quitar la vida. El
hombre no puede dar la vida y por lo tanto no tiene derecho a quitarla, a menos
que se le pida que lo haga por orden divina. Nadie que esté en posesión de sus
facultades mentales y morales, y que por lo tanto sea responsable de sus actos,
puede escapar del castigo de Dios, ni aun el hombre que vuelve su mano contra
sí mismo. En la resurrección cada individuo aparecerá delante del tribunal de
Dios para recibir lo que merece (Rom. 14: 10; 2 Cor. 5: 10).
6.
El que derramare sangre de hombre.
Dios vengaría o castigaría cada asesinato; sin embargo no directamente, como
fue en el caso de Caín, sino indirectamente al colocar en manos del hombre el
poder judicial. La palabra "derramare" implica un asesinato voluntario y no el
quitar accidentalmente la vida; implica homicidio, para el cual la ley tenía
otras disposiciones diferentes de las que 277 aquí se mencionan (Núm. 35: 11).
La orden divina proporciona al gobierno temporal poder judicial y coloca la
espada en su mano. Dios cuidó de erigir una barrera contra la supremacía del
mal y así estableció el fundamento para un desarrollo civil ordenado de la
humanidad.
7.
Ver com. de vers. 1.
9.
Establezco mi pacto.
Para dar a Noé y a sus hijos una seguridad firme de la prolongación próspera de
la raza humana, Dios estableció un pacto con ellos y sus descendientes y lo
confirmó con una señal visible. En sus estipulaciones, el pacto abarcaba a
toda la posteridad subsiguiente y, junto con la familia humana, a toda la
creación animal.
10.
Todos los que salieron del arca.
Este pasaje no implica, como lo han explicado algunos expositores, que ciertos
animales habían sobrevivido al diluvio sin haber estado en el arca, y que por
lo tanto la inundación de la tierra fue sólo parcial. Puesto que este punto de
vista está en abierta contradicción con declaraciones bíblicas según las cuales
todos los animales terrestres y volátiles que no habían encontrado refugio en
el arca habían sido destruidos (caps. 6: 17; 7: 4, 21-23), debe encontrarse
otra explicación.
11.
No exterminaré ya más toda carne.
Este "pacto" no contenía sino una estipulación y asumía la forma de una promesa
divina. Algunas regiones podrían ser devastadas y hombres y animales barridos
por centenares de miles, pero nunca habría otra vez una destrucción universal
de la tierra por un diluvio. Sin embargo, esta promesa no implica que Dios
esté obligado a no destruir otra vez el mundo mediante otro medio que no sea el
agua. Su plan anunciado de poner fin a toda la impiedad cuando termine la
historia del mundo mediante un gran fuego destructor (2 Ped. 3: 7, 10, 11;
Apoc. 20: 9; etc.) en ninguna manera contradice la promesa.
12.
Esta es la señal.
Dios estimó que esta señal era necesaria para que sus criaturas tuvieran fe en
sus promesas, y al mismo tiempo constituía una muestra de su condescendencia
con las debilidades del hombre. El hombre busca señales (Mat. 24: 3; 1 Cor. 1:
22) y Dios se las ha proporcionado en su misericordia y bondad, dentro de
ciertos límites, aunque desea que sus seguidores retengan su fe y crean en él
aun cuando no haya señales que los guíen (Juan 20: 29).
13.
Mi arco he puesto.
El establecimiento del arco iris como una señal de la promesa de que no habría
nunca más otro diluvio, presupone que el arco iris apareció entonces por
primera vez en las nubes. Esta es una indicación más de que no había llovido
antes del diluvio. El arco iris es producido por la refracción y la reflexión
de la luz del sol a través de las gotas de agua en suspensión.
15.
Me acordaré del pacto mío.
El arco iris, un fenómeno físico natural, es un símbolo adecuado de la promesa
de Dios de no volver a destruir la tierra mediante un diluvio. Puesto que las
condiciones climáticas serían diferentes después del diluvio, y en la mayoría
de las partes del mundo las lluvias tomarían el lugar del anterior y benéfico
rocío para humedecer la tierra, convenía que Dios utilizara algún medio para
aquietar los temores de los hombres cada vez que comenzara a llover. Toda
persona que así lo desee puede ver en los fenómenos naturales la revelación de
Dios mismo (ver Rom. 1: 20). De esa manera el arco iris es para el creyente la
evidencia de que la lluvia traerá bendición y no destrucción universal.
Juan vio en visión un arco iris que rodea el trono de Dios (Apoc. 4: 3). El
hombre contempla el arco iris para recordar la promesa de Dios, pero Dios mismo
lo contempla para recordar y cumplir su promesa. En el arco iris convergen la
fe y la confianza del hombre con la fidelidad y la inmutabilidad de Dios.
Los rayos de luz santa que emanan del Sol de justicia (Mal. 4: 2), tal como son
vistos por el ojo de la fe a través del prisma de las experiencias de la vida,
revelan la belleza del carácter justo de Jesucristo. El pacto eterno entre el
Padre y el Hijo (Zac. 6: 13) asegura a cada humilde y fiel hijo e hija de Dios
el privilegio de contemplar en Jesús a Aquel que es todo él codiciable, y al
contemplarlo, ser transformado a su misma semejanza.
17.
Esta es la señal.
Este pacto entre Dios y Noé puso punto final a los acontecimientos relacionados
con la catástrofe mayor que esta tierra jamás haya experimentado. La tierra,
que una vez fue bella y perfecta, presentaba un cuadro de completa desolación.
El hombre había recibido una lección acerca de los terribles resultados del
pecado. Los mundos no caídos habían visto el fin espantoso que aguarda al
hombre cuando éste obedece a Satanás. 278
Debía realizarse un nuevo comienzo. Puesto que habían sobrevivido al diluvio
sólo miembros fieles y obedientes de la familia humana antediluviana, había
razón para esperar que el futuro presentaría un cuadro más feliz que el pasado.
Después de haber sido salvados por la gracia de Dios del máximo cataclismo
imaginable, podría esperarse que los descendientes de Noé se beneficiaran en
todos los siglos futuros con las lecciones aprendidas del diluvio.
18.
Los hijos de Noé.
Sus tres hijos, a quienes se alude repetidas veces en pasajes anteriores (caps.
5: 32; 6: 10; 7: 13), son mencionados otra vez como cabezas de las naciones que
habría en la familia humana. Sus nombres son explicados en relación con la
tabla genealógica del cap. 10.
Cam es el padre de Canaán.
Se menciona aquí a Canaán, hijo de Cam, como alusión anticipada a lo que sigue.
Además debe haber sido el propósito de Moisés llamar la atención de los
hebreos de su tiempo al desagradable acontecimiento descrito en los versículos
siguientes, a fin de que pudieran comprender mejor por qué los cananeos, a
quienes ellos pronto encontrarían, eran tan profundamente degradados y
moralmente corruptos. La raíz de su depravación se encontraba en su primer
antecesor, Cam, "el padre de Canaán".
19.
De ellos fue llena toda la tierra.
Este pasaje declara con palabras directas e inconfundibles que todos los
habitantes posteriores de este mundo son descendientes de los tres hijos de
Noé. Aunque no podamos remontar el linaje de cada nación y tribu hasta uno de
los jefes de las familias enumeradas en el capítulo siguiente, este texto
declara enfáticamente que toda la tierra fue poblada por los descendientes de
Noé. La opinión según la cual ciertas razas se libraron del diluvio en
regiones remotas de este mundo y no tuvieron relación directa con los hijos de
Noé, no tiene ningún respaldo bíblico.
20.
Comenzó Noé a labrar la tierra.
Esto no excluye necesariamente la posibilidad de que Noé no haya sido labrador
antes del diluvio, pero además significa que comenzó la nueva era, literalmente
como "un hombre de la tierra". Aunque Noé había recibido permiso para matar
animales y comer su carne, comprendió que era necesario cultivar inmediatamente
la tierra y obtener alimento de ella.
Plantó una viña.
Esta declaración no significa que Noé plantó únicamente una viña. Se menciona
la viña para explicar los acontecimientos siguientes, pero con eso no se
excluye la posibilidad de que cultivara el terreno con otros propósitos.
Armenia, la región donde se detuvo el arca, era conocida en la antigüedad como
una zona de viñas, tal como lo testifica el soldado e historiador griego
Jenofonte. El cultivo de la vid era común en todo el antiguo Cercano Oriente y
esto puede rastrearse hasta los tiempos más remotos.
Noé no hizo nada malo al plantar una viña.
La vid es una de las plantas nobles de la creación de Dios. Cristo la usó para
ilustrar su relación con la iglesia (Juan 15) y honró su fruto bebiéndolo en la
última noche de su ministerio terrenal (Mat. 26: 27-29). El jugo de uva es muy
benéfico para el cuerpo humano mientras no se lo ingiera fermentado.
21.
Vino.
Heb. yáyin, el jugo de la uva. En la mayoría, si no en todos los casos, el
contexto de las Escrituras indica una bebida fermentada y por lo tanto
embriagante. Al tomar Noé esta bebida, "se embriagó". Puesto que la
embriaguez había sido uno de los pecados de la era antediluviana, debemos
suponer que Noé estaba familiarizado con los efectos perjudiciales de la
ingestión de bebidas alcohólicas. El registro del pecado de Noé da testimonio
de la imparcialidad de las Escrituras, que consignan las faltas de los grandes
hombres tanto como sus virtudes.
La edad o las victorias espirituales previas no son una garantía contra la
derrota en la hora de la tentación. ¿Quién hubiera pensado que un hombre que
había caminado con Dios durante siglos y que había resistido las tentaciones de
multitudes, caería solo? Una hora de descuido puede manchar la vida más pura y
deshacer mucho del bien que ha sido hecho en el curso de los años.
Estaba descubierto.
"El vino es escarnecedor" (Prov. 20: 1) y puede engañar a los hombres más
sabios si no son vigilantes. La embriaguez deforma y degrada el templo del
Espíritu Santo que somos nosotros, debilita los principios morales y así expone
al hombre a incontables males. Pierde el dominio tanto de las facultades
físicas como mentales. La intemperancia de Noé trajo vergüenza a un anciano
respetable, y sometió al ludibrio y a la burla a uno que era sabio y bueno.
22.
La desnudez de su padre.
El hecho de 279 que Cam es llamado otra vez el padre de Canaán parece implicar
que tanto el padre como el hijo tenían inclinaciones profanas similares que se
manifestaron no sólo en el incidente que aquí se describe, sino posteriormente
en las prácticas religiosas de toda una nación. Además muestra que esto
sucedió algún tiempo después del diluvio, cuando Canaán, el cuarto hijo de Cam
(cap. 10: 6), ya había nacido. El pecado de Cam fue una transgresión
intencional. Puede ser que hubiera visto accidentalmente la vergonzosa
condición de su padre, pero en vez de llenarse de dolor por la necedad de su
padre, se regocijó en lo que veía y se deleitó en propalarlo.
23.
Sem y Jafet tomaron la ropa.
Los dos hermanos mayores de Cam no participaron de sus sentimientos
pervertidos. Adán también había tenido dos hijos bien disciplinados, Abel y
Set, y un hijo perverso, Caín. Aunque todos habían recibido el mismo amor
paternal y la misma educación, el pecado se manifestó mucho más marcadamente en
uno que en los otros. Ahora irrumpió el mismo espíritu de depravación en uno
de los hijos de Noé, mientras los hijos mayores, criados en el mismo hogar y
bajo las mismas condiciones que Cam, mostraron un admirable espíritu de
decencia y dominio propio. Así como las malas tendencias del criminal Caín se
perpetuaron en sus descendientes, la naturaleza degradada de Cam se reveló
después en su descendencia.
24.
Despertó Noé.
Cuando Noé recuperó el conocimiento y la razón, supo lo que había sucedido
durante su sueño, probablemente al preguntar en cuanto a la razón de la
vestimenta que lo cubría. "Su hijo más joven", literalmente: "su hijo, el
pequeño", con el significado de "hijo menor", se refiere a Cam (ver com. de
cap. 5: 32).
25.
Maldito sea Canaán.
La maldición pronunciada sobre Canaán, cuarto hijo de Cam, más bien que sobre
el mismo culpable del crimen, ha sido tomada por muchos comentadores como la
evidencia de que Canaán fue en realidad el delincuente y que se refiere a él en
el vers. 24 como el miembro más joven de la familia de Noé. Orígenes, uno de
los padres de la iglesia, menciona la tradición según la cual Canaán vio
primero la vergüenza de su abuelo y le contó eso a su padre. No es imposible
que Canaán hubiera participado en la mala acción de su padre.
La maldición de Noé no parece haber sido pronunciada con resentimiento sino más
bien como una profecía. La profecía no coloca a Canaán en particular o a los
hijos de Cam en general en las cadenas de un destino férreo. Meramente es una
predicción de lo que previó Dios y anunció por medio de Noé. Probablemente
Canaán ya seguía en los pecados de su padre y esos pecados llegaron a ser un
rasgo tan marcado en el carácter nacional de los descendientes de Canaán, que
posteriormente Dios ordenó su destrucción.
Siervo de siervos.
Sem ha sometido a Jafet, y Jafet ha sometido a Sem, pero Cam jamás ha sometido
a ninguno de ellos.
26.
Bendito por Jehová mi Dios sea Sem.
Después de la declaración de cada bendición, viene el anuncio de la servidumbre
de Canaán como un estribillo menor.
"¡Bendito sea Yahveh, el Dios de Sem!" (BJ). Siguiendo el texto de esta
versión, se deduce que en vez de desear el bien a Sem, Noé alaba al Dios de
Sem, a saber Yahveh (Jehová), tal como lo hizo Moisés en el caso de Gad (Deut.
33: 20). Por tener a Jehová como a su Dios, Sem sería el receptáculo y
heredero de todas las bendiciones de la salvación que Jehová prodiga sobre sus
fieles.
27.
Engrandezca Dios a Jafet.
Mediante un juego de palabras con el nombre de Jafet, Noé resume su bendición
para este hijo en la palabra "engrandezca", patáj. Así indicó Noé la notable
expansión y prosperidad de las naciones jaféticas.
Habite en las tiendas de Sem.
La inflexión verbal "habite" se refiere a Jafet y no a Dios, aunque algunos
comentadores antiguos y modernos de la Biblia han entendido esto así. El
significado de la frase puede haber sido doble, puesto que los descendientes de
Jafet con el correr del tiempo se posesionaron de muchas tierras de los
semitas, y moraron en ellas, y porque los jafetitas habían de participar de las
bendiciones salvadores de los semitas. Cuando el Evangelio fue predicado en
griego -idioma jafetita-, Israel que era descendiente de Sem, aunque fue
sometido por Roma, habitada por jafetitas, llegó a ser el conquistador
espiritual de los jafetitas y así, figuradamente, los recibió dentro de sus
tiendas. Todos los que son salvados son una parte del Israel espiritual y
entran en la santa ciudad a través de puertas que llevan los 280 nombres de las
doce tribus de Israel (Gál. 3: 29; Apoc. 21: 12).
Las profecías semejantes a ésta no determinan la suerte de los individuos que
están dentro del grupo de que se trata, ya sea para salvación o para
condenación. Rahab la cananea y Arauna jebuseo fueron recibidos en la comunión
del pueblo elegido de Dios, y la mujer cananea fue ayudada por el Señor debido
a su fe (Mat. 1: 5; 2 Sam. 24: 18; Mat. 15: 22-28). Pero se pronunciaron ayes
sobre los endurecidos fariseos y escribas, e Israel fue rechazado debido a su
incredulidad (Mat. 23: 13; Rom. 11: 17-20).
29.
Fueron todos los días de Noé.
La historia de Noé termina con una fórmula bien conocida desde el cap. 5, lo
que sugiere que los relatos contenidos en los caps. 6-9 pertenecen a la
historia de Noé. Aunque Noé era un hombre recto y caminaba con Dios, no llegó
a alcanzar la estatura espiritual de su bisabuelo Enoc. Murió habiendo sido
testigo del crecimiento y expansión de una nueva generación, y habiendo visto
cómo ésta seguía rápidamente las perversas inclinaciones de su malvado corazón.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1 8T 213
2, 3 PP 98
3, 4 CRA 445
4 CRA 469
6 PP 553
11-14 SR 70
11-16 PP 96
16 Ed 110; SR 70; TM 155
21-23, 25-27 PP 110

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