Génesis 7

1.
Entra tú.
Durante 120 años Dios había prolongado su longanimidad más allá de toda medida (1 Ped. 3: 20), y la vida y obra de Noé habían condenado "al mundo" (Heb. 11: 7). Pero los seres humanos, con descuido e indiferencia, habían proseguido rápidamente hacia su condenación. Dios no fue arbitrario al salvar a una familia y destruir a todas las demás. Sólo Noé se había hecho idóneo para ser admitido en la tierra nueva que surgiría después de la purificación de la tierra por agua.
2.
De todo animal limpio.
La instrucción de llevar consigo al arca más animales limpios que inmundos, presupone que Noé sabía cómo distinguir las dos clases. Es claro que esta distinción no se originó con Moisés. Se remonta a los tiempos más remotos, a las instrucciones divinas concernientes a los sacrificios, para los cuales tan sólo podían usarse animales limpios (ver cap. 8: 20).
Desde la antigüedad, el número de animales limpios que fueron llevados al arca ha sido tema de discusiones entre los traductores y comentadores de la Biblia.  El texto hebreo dice literalmente "tomarás para ti siete siete, un macho con su hembra". Esto puede entenderse como "siete parejas" o "siete de cada clase" de animales. La LXX, la Vulgata y muchos eruditos antiguos y modernos favorecen la traducción "siete parejas", al paso que algunos padres de la iglesia, los reformadores y en realidad diversos eruditos de todos los tiempos se han inclinado en favor de "siete individuos". Cualquiera que sea la explicación exacta, es obvio que fueron albergados en el arca más animales limpios que inmundos. Previendo la necesidad de un alimento de emergencia después de que el diluvio hubiera destruido toda la vegetación, Dios sabía que el hombre necesitaría comer transitoriamente la carne de animales limpios. Además se los necesitaba para los sacrificios. Por estas razones obvias, Dios dispuso que se preservaran suficientes animales limpios a fin de que no se extinguieran. El hecho de que Dios en sus primeras instrucciones a Noé (cap. 6: 19) no hiciera distinción entre animales limpios e inmundos se puede explicar porque en ese tiempo, 120 años antes del diluvio, no eran necesarias tales instrucciones detalladas (ver com. de vers. 9).
5.
Todo lo que le mandó Jehová.
Así como Noé había cumplido todas las órdenes de Dios durante los 120 años previos (ver cap. 6: 22), de la misma manera procedió durante las últimas horas antes de que llegara el diluvio. ¡Cuánto debe haber sufrido al ver las multitudes de seres humanos, con quienes había vivido durante seis siglos, yendo indiferente y descuidadamente a la deriva, hacia su condenación!
Sabiendo que todos ellos iban a morir al fin de una semana, y a los ocupados ciegamente en fiestas y francachelas como si 269 nada fuera a suceder (Mat. 24: 37-39), debe haber redoblado sus esfuerzos finales para amonestarles e invitarlos a entrar en el arca consigo. Pero todo fue inútil.
6.
Era Noé de 600 años.
Ver com. de cap. 5: 32.
7.
Entró Noé.
Que Noé no esperó hasta el último día antes del diluvio para entrar en el arca
resulta obvio al comparar los vers. 7 y 10. Impulsados por el temor e impelidos
por la fe, Noé y su familia no perdieron tiempo en obedecer la orden de entrar
en el barco de refugio. Pedro nos dice que tan sólo ocho personas se salvaron
del diluvio (1 Ped. 3: 20); de ahí que sea obvio que tanto Noé como sus tres
hijos no tenían sino una esposa cada uno. La poligamia, común entre los
cainitas, no era practicada todavía por los seguidores del Dios verdadero.
9.
De dos en dos entraron.
En obediencia a un impulso sobrenatural, entraron en el arca animales de todas
clases. Tan sólo el poder divino pudo haberlos inducido a entrar tan a tiempo
y en forma tan ordenada en el enorme barco. ¡Qué vívida amonestación debe haber
sido ésta para los impíos que contemplaron el desfile de los animales! Allí
había animales domesticados y salvajes, reptiles y volátiles, que entraban en
el arca llevados aparentemente por su propia voluntad. ¡Qué contraste: las
bestias mudas obedientes a su Creador y los seres inteligentes rehusando
prestar atención a la llamada de misericordia divina que era también una
advertencia! Si hubo algo que podría haber hecho una impresión en los
pecadores, esto debía haberlo sido; pero habían endurecido su corazón por tanto
tiempo, que aun este milagro los dejó impasibles.
11.
El año 600.
Esta es la primera de muchas declaraciones cronológicas exactas del AT. Esta
declaración, por ser tan precisa que hasta da el día exacto, el mes y el año
del diluvio, resalta en llamativo contraste con los relatos legendarios de los
pueblos paganos antiguos acerca de las actividades de sus dioses en relación
con este mundo.
Las fuentes del grande abismo.
Esta tierra, que nunca antes había experimentado los efectos de la lluvia (ver
com. de Gén. 2: 6), súbitamente fue inundada por enormes masas de agua.
Comenzó a llover densa e incesantemente. Simultáneamente se abrió la corteza
terrestre, permitiendo que masas de agua de debajo de la superficie manaran a
borbotones produciendo estragos e inundando la tierra que una vez había estado
seca.
16.
Jehová le cerró la puerta.
Esta declaración hace resaltar la naturaleza milagrosa de los acontecimientos
de la semana que precedió inmediatamente al diluvio. Este acto divino
significó también que el tiempo de gracia de la raza caída había llegado a su
fin. Así como en los días de Noé la puerta de la misericordia se cerró poco
antes del día del castigo de Dios, así también en estos últimos días el pueblo
de Dios ha de ser amonestado: "Cierra tras ti tus puertas; escóndete un
poquito" (Isa. 26: 20, 21; Mat. 24: 37-39; 2 Ped. 3: 6, 7).
17.
Las aguas crecieron.
La tremenda extensión e intensidad del diluvio se expresan bien mediante una
serie de verbos y adverbios muy descriptivos: las aguas "crecieron" (vers. 17),
"subieron" y "crecieron en gran manera" (vers. 18), "subieron mucho" (vers.
19), y aun quedaron 15 codos (unos 7,50 m) por encima de las montañas (vers.
20). La descripción es clara, majestuosa y vívida. Un inconmensurable volumen
de agua cubrió toda la tierra. La extensión universal del diluvio difícilmente
podría haber sido expresada con palabras más vigorosas que éstas.
La descripción de los vers. 17 al 20 invalida la creencia de que el diluvio fue
un fenómeno local ocurrido en el valle de la Mesopotamia. Por ejemplo, los
depósitos de aluvión descubiertos por los arqueólogos en Ur de los caldeos, ni
aun recurriendo a un exceso de imaginación, podrían relacionarse con el relato
del Génesis acerca del diluvio (PP 96, 98).
Por doquiera sobre la superficie de la tierra se encuentran restos fósiles de
plantas y animales que es obvio que fueron depositados por el agua. En ciertas
localidades, estos depósitos se extienden hasta profundidades de por lo menos
unos 5 km., pero el término medio de su profundidad es de algo más de unos 800
m. La distribución universal de estos restos y la profundidad a que se hallan,
testifican con toda evidencia tanto de la extensión mundial como de la terrible
violencia del diluvio de Noé.
La universalidad de esta catástrofe también queda comprobada por las leyendas
acerca del diluvio preservadas en los pueblos de casi cada raza de esta tierra.
El más completo de estos relatos es el de los antiguos babilonios, que se
establecieron muy cerca del lugar 270 donde descansó el arca después del
diluvio y desde donde otra vez la raza humana comenzó a propasarse. La Epopeya
de Gilgamés tiene muchas similitudes decisivas con el relato del Génesis y, sin
embargo, difiere de él lo suficiente como para demostrar que es una versión
distorsionada del mismo relato. Una comparación de ambos deja una evidencia
impresionante en cuanto a la inspiración de la narración del Génesis.
En los vers. 17 y 18 se menciona dos veces que el arca fue alzada y "flotaba".
El hecho de que se deslizara con toda seguridad "sobre la superficie de las
aguas" proporcionó a todas las generaciones futuras la seguridad de la
capacidad de Dios para salvar a los que confían en él y le obedecen. Los
mismos elementos desencadenados para destruir a los impíos, sostuvieron con
toda seguridad a la fiel familia de Noé. A Dios nunca le faltan recursos para
salvar a los suyos; sin embargo no debemos olvidar que es su voluntad que
ejercitemos al máximo la inteligencia y el vigor que nos ha dado. Dios
preservó milagrosamente el arca, pero hizo que Noé la construyera.
21.
Murió toda carne.
La palabra "todo" (cinco veces en el género masculino) se usa seis veces (vers.
21-23) y está acompañada con una lista detallada de las diferentes formas de
vida: "aves", "ganado", "bestias", "reptil que se arrastra" y el "hombre". El
uso reiterado del vocablo "todo" hace más enfática la narración.
24.
Prevalecieron las aguas.
Que los 150 días incluyeron los 40 días de los vers. 4, 12, 17, y por lo tanto
deben contarse desde el comienzo de ese período, se ve por el vers. 11 y el
pasaje del cap. 8: 4, donde se dice que el arca reposó sobre las montañas de
Ararat en el 17º día del 7º mes, exactamente 5 meses después del comienzo de la
lluvia. El cómputo se hace en términos de meses de 30 días.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-24 PP 85-95; SR 65-69
1 DTG 588; FE 504; PE 284; PP 86, 110; SR 65, 76, 408
2, 3 PP 85
4 SR 65
9, 10 PP 85
10 SR 65
11 HAp 457; PP 87, 93
11, 12 PE 284
11-24 Ed 125
13 FE 504
16 PP 86; SR 65
18, 19 CRA 58
20 PP 95
23 PP 104

No comments:

Post a Comment